Hace ya algunos años que escribí este cuento. Después, estuve un tiempo sin escribir. Un día mi ciber amiga Lady lo publicó en su blog Con paso firme y fue el empujón que me llevó a abrir este blog y comenzar de nuevo a poner en letras retazos de mi. Siempre quise publicar aquí el cuento que da nombre al blog, pero no llegaba a encontrar el momento, hasta hoy. Estoy en pleno proceso de cambios en mi vida profesional. Quería pedirle a mi hada que me acompañe, que me ayude a no perder el rumbo en mi camino diario hacia los objetivos que me he propuesto, siempre hacia la luz.
El Hada de los Girasoles.
Le gusta madrugar en la mañana fresca de rocío. Recorrer el campo y cada girasol uno por uno ir despertando. La vida se despereza poco a poco ante la llegada del sol mientras las gotitas de rocío tililan como pequeñas estrellas de la madrugada.
Después de saludar al sol comienza su jornada laboral.
No creáis que es sencillo.
El hada de los girasoles es la encargada de que ni una sola de estas flores se olvide de girar según avanza el sol.
Es madre, guardiana, enfermera, maestra...
¿Nunca os habéis preguntado cómo hacen los girasoles para ir todos a la vez sin despistarse ninguno?
Pues ahora sabéis la respuesta: el hada, siempre atenta, los dirige cual director de orquesta.
Tal vez hay también un hadita en tu vida, que te ayuda a girarte cuando te empecinas en ser infeliz. Ocurre que nosotros somos menos disciplinados que los girasoles y ponemos verdaderas trabas a la hora de dejarnos ayudar.
Siempre está ahí, atenta a que no nos distanciemos de la luz. Ella no obliga. Cada vez que los momentos de infelicidad, desconsuelo, y, mala leche, nos abruman, está a nuestro lado con la mano extendida dispuesta a ayudarnos a cambiar nuestros pensamientos negros como nubarrones e introducir ese rayito de luz que nos calienta el corazón y nos pone una sonrisa en los labios.
Si pones atención, puedes escuchar en tu oido su risa de cascabel.
Llega la noche y el hada, después de comprobar que sus girasoles están descansando, se estira en su camita y se tapa con su manta tejida de polen y polvo de estrella. Bosteza y, antes de recostarse del todo, ya se ha dormido.
Mónica Álvarez
Yo escucho cada día su risa de cascabel, aunque en ocasiones es difícil ... la prisa, el ritmo acelerado, las obligaciones, la inercia de la vida .....
ResponderEliminarTambién estoy en tiempo de cambios, de hacer balance,de toma de decisíones, de reorganización ...
Me alegra mucho volver a leer el cuento y verte aqui tan activa.
Un abrazo muy muy fuerte y mis mejores deseos para el 2012.
María!! Muchas gracias por pasarte por aquí. Anoche estuve en tu blog, leyendo el cuento, lo comentarios... Qué buenos recuerdos!! Estuvistéis ahí en una época pelín difícil de mi vida. Ya ves que he guardado bien todas las semillitas que me regalásteis, están en el tiempo de ver la luz.
ResponderEliminarUn abrazo muy fuerte también para ti y mis mejores deseos para este 2012 que entra!!